Fecha
;28/01/1854
Alcance y Contenido
G.;" ' La unidad del pensamiento es de rigor en las obras de bellas artes y literatura.' Cayó la vieja y venerable torre al golpe del pico sacrílego y ni una vez se alzó para protestar contra la profanacion impía! Cayó el augusto monumento de las edades pasadas só pretexto de que el tiempo había carcomido el estuco de sus paredes, y nos dieron en lugar suyo un mirador liso y blanqueado puesto á guisa de torre sobre el antiguo edificio, como se encasqueta el sombrero redondo sobre la figura de un viejo marques que va á ensayar sus piruetas en el baile de máscaras! Sucumbió la torre del Colegio, y lo que es peor aun, murió ignominiosamente á manos de albañiles que pretendieron corregir con sus toscas cucharas el pensamiento primitivo del artista: el pueblo de Buenos- Aires contempló impasible el esterminio de ese recuerdo histórico, y alzando silenciosamente los hombros se lavó las manos como Poncio Pilatos y continuó ¡egoista! su camino. Y el Gobierno tambien se hizo sordo á los gemidos lúgubres que producía el viento cuando se entraba por las anchas heridas abiertas á la pobre torre.- El Gobierno cerró los ojos y se fué á golpear la Sala de Representantes para pedir una ley de represion .... no contra los albañiles audaces, sino contra la libertad de imprenta. Y el Consejo de obras públicas tambien.- El consejo de obras públicas se contentó con encerrarse en un lóbrego rincon del departamento topográfico, y pasar desde alli una nota al Gobierno, cuando el mal estaba casi consumado. ¿Contestó el Gobierno? ¿Leyó siquiera la nota del consejo de obras públicas? No se sabe - Lo cierto es que los obreros continuaron los trabajos de destruccion sin curarse del consejo de obras públicas, ni de nada en el mundo. ¿Pero que ha hecho, Señor, ese desventurado templo de San Ignacio para exitar de tal modo la saña de sus perseguidores? ¡Ay! Era un crimen acaso que la mano del tiempo hubiese puesto sobre sus muros el sello sombrio aunque poético y misterioso de la antigüedad? Pues bien; hubiérasele castigado con reparar sus reboques y abrir sus tintas grises de cal deslumbradora, á la manera de las viejas cortesanas que ocultan las arrugas de su rostro con una espesa capa de almidon. Hubiéranse cubierto las grietas de sus cornisas y de sus lastimadas pilastras. Hubiérase añadido lo que es posible añadir, sin desnaturalizar ni torcer la unidad del pensamiento que ha presidido á la construccion del templo. Hubiérase levantado la otra torre, siguiendo exactamente las huellas de la primera. Aun cuando el templo de San Ignacio no pertenezca á un órden de arquitectura determinado, aun cuando su arquitecto, al apartarse de las reglas, no hubiera conseguido su perdon (como el género gótico) por la misma audacia de su fantasía - no importa. El Colegio tenia su belleza particular y tenia sobre todo unidad y analogía en el todo y en cada uno de los detalles. Para corregirlo pues, sin que esta correccion fuese un pegote, una monstruosidad, era preciso haberlo arrasado hasta los cimientos y levantar en seguida un templo nuevo. Pero aun cuando el Colegio tuviese defectos fundamentales en su plan quien es el que va á corregirlos? Sentimos herir el amor propio del maestro que sin duda estará encargado de la refaccion, pero si fuera él un génio en la arquitectura, no podria asi mismo probar que la hermosura pueda consistir en el extraño amalgama [sic] de principios tan heterogéneos, no se dice ya de poner un mirador sobre la casa de Dios, convirtiéndole en observatorio astronómico, pero aun de combinar un elemento bueno en sí, con otro tambien bueno aunque de género distinto. Ponga sino una torre moderna sobre el templo de Júpiter Tonante, y veremos que resulta. Será una monstruosidad. Embuta en el forum una entrada gótica. Será un absurdo. Haga pintar por Horacio Vernet las cabezas de las figuras en los cuadros de Gerard Dow. Incruste versos de Villergas ó de Aiguals de Isco en un poema de Lord Biron ó de Goethe. Esto no es sino generalizar el principio para demostrar el absurdo. Ademas, el templo de San Ignacio, considerado como un recuerdo histórico, debio ser respetado; porque los monumentos son como aquellas columnas que se mandaron levantar para que conservasen la memoria de los pueblos que habian de perecer, hasta la posteridad mas remota. Sus frentes de granito llevan esculpida en rasgos indelebles, la historia del pasado, y cuando ya una raza extinguida ó confundida entre las otras, no presenta ni un solo signo de su carácter primitivo, quedan los monumentos como las pirámides de Egipto, en recuerdo eterno de sus glorias, de sus estravios, de sus costumbres y hasta de su religion. Es pues un atentado á la historia la pretendida refaccion del templo de San Ignacio, y esto solo, sin ser como tambien lo es, un atentado al buen gusto, nos haria protestar contra ella y contra los que no la han impedido, teniendo en su mano el hacerlo. G."
Ayudas para la búsqueda
141;p2_c5-6;A
Existencia y localizaciòn de originales
Biblioteca Nacional
Nota del Archivero
Descripción realizada porDiana Murad