Del arte como elemento en la historia de la civilización (traducido de Il Crepusculo)

Componente, AR/UBA/FFYL/IHTA/CCBDAA2_753
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Fecha
;03/02/1860
Alcance y Contenido
[ En una época como la nuestra, más crítica que productora, cada disciplina parece contraerse a reunir los documentos de su pasado; y también el arte, la más espontánea y simpática de todas las emanaciones de la mente humana, parece detenerse en el umbral de los nuevos tiempos, más preocupada de darse cuenta del camino recorrido. Hoy día se escribe y se habla sobre la Historia del Arte mucho más de lo que se ha hecho en períodos de mayor potencia inventiva ... Pues no es suficiente compilar el inventario del arte, e ir siguiendo sucesivamente en las biografías y en los catálogos los progresos de las ciencias técnicas y las divisiones y el propagarse de las escuelas; ni tampoco puede creerse agotado el argumento de la crítica... es necesario indagar cómo y cuánto contribuyen a ello junto con el talento del artista...Místicas teosóficas de Oriente, resplandores del mundo pagano, aspiraciones ascéticas de la Edad Media, poderoso humanismo del Renacimiento, todas grandes formas de civilización también todas las fermentaciones de la barbarie, dejaron indelebles vestigios en el arte.Al principio de los tiempos, es el sacerdote quien gobierna al artista, el arte descuella por los materiales y no por la monstruosa horribilidad de las formas, en la necrópolis graba sobre basalto páginas de jeroglíficos y cubre de fórmulas arcanas hasta el dorso de las piedras que nadie volverá a ver. En Oriente, también el arte detesta a castas innobles, se oculta bajo la tierra, se sustrae de contacto profano en las pirámides, las pagodas y las torres de Benarés y Ellora. Luego, al poblar la arquitectura, no invoca a figura humana, sino la presenta como un monstruo, un panteísmo desenfrenado domina el arte oriental. En Europa cambia la naturaleza, ya no hay desiertos, sino variadas tierras. El héroe cubierto de polvo olímpico, coronado de laureles, se eterniza en los simulacros de los dioses, simbolizando el culto de la juventud y de la fuerza. Ese brillante período del arte griego, que más tarde unido a las tradiciones romanas embellece el infirno de su decadencia.Más tarde, siniestra noche de la Edad Media se precipita sobre el orbe. Al arte ya no le queda sino guardar uno que otro desfigurado fragmento de tradición casi ya sin comprender su significado. La arquitectura, primera en amoldarse a las condiciones civiles. es la primera en librarse del respeto a un rito para consagrarse al culto universal de lo bello. Levanta la maravilla de la Alhambra y delante de columnas más esbeltas, arcos doblados, encajes bordados en piedra. Europa acumula un tesoro de admiración por el comercio con Génova, Puerto Pisano, Venecia, adquieren esculturas, mosaicos de oro.Por largo tiempo las artes figurativas son el dominio del principio religioso, a menudo el artista es un cenobita, sus noches con visiones que de día se esfuerza por detener. Para comunicar un empuje a las artes figurativas, es necesario que el movimiento europeo de las Cruzadas tenga su repercusión en los movimientos nacionales del siglo XV, el trabajo de todas las razas contraídas a unirse en un gremio, el culto a la Antigüedad, viajes, descubrimiento de Portugal, ímpetu de Colón, concurran en una época. Es entonces que en medio de las democracias italianas, desordenadas, igual que antes en Grecia, estalló un arte heroico, pomposo, carnal, enamorado de sí, el arte del Segundo Renacimiento. Si luego, decayó en lo extravagante, lo falso, lo deforme, tiene que declinar. Por doquiera esos focos de vida de Italia, se aplastan por la monarquía española. El reinado de la inteligencia fue desplazado por la insolencia soldadesca y altanería de los nobles. La escena final ofial, fue conocida por torneo de argucias, reyertas de gramáticos y académicos.No estaban lejos, los tiempos en que Miguel Ángel osó reprender a Julio II y para el artista ya no se trataba más de seguir el impulso de su propio genio, sino el capricho del amo; lo que debía hacerse era halagar, levantar chorros de agua como Lenotre, o deshacer las trabazones del Panteon y formar un dosel para Urbano VIII, como Bernini. Se vieron arquitecturas farroginosas, colores que estremecen, Olimpos epilépticos, fue una convulsión universal, un a generación de artistas fue arrasada.Para acabar con lo extravagante se necesita un cataclismo. Fue una revolución violenta para durar largo tiempo.La reacción no tardó, los ingenios que se sentían mal, en la forma clásica, se dirigieron a la Edad Media, que los neo-romanos habían vituperado y maldecido, pero los espiritualistas la ennoblecieron.La arquitectura se colocó del lado de la industria, se declaró utilitaria. Se modificó y democratizó la elevación del estilo para acercarse a la mediocridad ciudadana, a los asuntos del siglo.Para los modernos no hubo pintura histórica, sino incidentalmente, la pintura religiosa era la que dominaba. No es pequeña la conquista para nosotros, de superar el cerco de la tradición jerárquica. Fue el agrado de otras épocas la epopeya de la belleza y de la fuerza, de otras más, la epopeya de la fe. EL artista deja hoy de lado la pesada máquina de la composición por un objeto más sencillo, una frente pensativa, una sonrisa de Virgen, poesía interior. Desde la multitud de las escaleras de mármol en las Cenas de Paolo, las alegorías de Rubens hasta Cromwell y Napoleón de Delaroche, uno delante del cadáver de su adversario, el otro delante del espectro de su propia muerte ¡Cuánto vacío queda por llenar! El que señalara simplemente este género como figura aislada no da una página menos curiosa a la historia del arte.La figura aislada no es la unidad elemental, al contrario, es uno de los más tardíos y trabajosos frutos de su madurez. EL Hombre, asomó tarde en la mente del artista. Para que la simple figura humana, despojada de antigua veneración pudiese satisfacer a los fines del arte, era necesaria la conciencia de igualdad de derechos, era necesaria la filosofía y poner en evidencia, en todos los hijos de la naturaleza, una misma cantidad de hombres, una idéntica cualidad. Pero con esa tendencia de tomar las verdades más humildes, no puede evitarse que el tiempo incurriese en la vulgaridad, considerando la realidad patética, de ahí el estilo toscamente eficaz llamado naturalismo. No somos nosotros que juran con esa palabra ante sus dioses, ni detestan la de purismo. Pero ante todo somos de nuestro siglo y si no queremos que renuncie a las tradiciones del arte monumental no creemos que deba despojarse de su individualidad. Mucho menos que imite con métodos de íconos bizantinos, tablas de Giotto o buscar Ajaces, Héctores y Pelidas. Pero felicitamos a nuestro siglo por comprender todos los géneros y estilos.Les pedimos a los artistas que silencien las disputas de escuelas y palabraas que a nada conducen.Dejemos las reyertas entre nominalistas y realistas, consulte cada uno como mejor le parezca la naturaleza y dejar que lo que cada uno siente dentro de sí, como dijo Rafael.No es bajo el cielo que vio sonreir la Madonna della Seggiola y elevarse la cúpula del Vaticano que vieron la luz los doctos tratados de estética. Ensayando y volviendo a ensayar es nuestro lema italiano, éste es el que ha innovado el método y éste preparará el arte y a sus cultores el tercer triunfo.
Fuente de adquisición
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Ayudas para la búsqueda
Crónica Extranjera;1853;04/02/186005/02/1860;p1_c1-7;A
Existencia y localizaciòn de originales
Biblioteca Nacional
Nota del Archivero
Descripción realizada porMaría Angélica Gróttoli
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La Tribuna (agente productor)